martes, 27 de octubre de 2015

Cruzando Portugal por la costa del Algarve



A finales de agosto con unos días de vacaciones por delante y muchas ganas de darle pedales buscamos alguna ruta fácil y en la que no nos tuviésemos que preocupar mucho por el tiempo. Primero nos salieron las Eurovelo francesas pero el tiempo no estaba garantizado así que nos decidimos por ésta, el tramo de la Eurovelo más al sur de Europa. Allí el sol estaba garantizado y encima pasábamos por uno de los sitios que yo tenia marcados como que hay que visitar una vez en la vida, que nos es otro, que las increíbles calas de Lagos en Algarve Portugues.

Preparadas las bicis y llenas las alforjas pusimos rumbo en coche hasta Vila Real de San Antonio, donde teníamos idea de dejar el coche bien aparcado en la estación de tren para cuando terminásemos la ruta en Sagres y volviésemos a Lagos coger el tren de vuelta, ya que la linea termina allí, nos dejase de nuevo junto al coche en Vila Real de San Antonio. Así comienza nuestro aventura.


Día 1. Vila Real de San Antonio - Olhão (64 Km)

Iniciamos nuestra marcha desde la céntrica y pintoresca plaza del Marques de Pombal, fundador de esta ciudad, por sus calles peatonales nos fuimos acercando hasta la orilla del río para intentar ver en la lejanía el Puente Internacional del Guadiana que une España a Portugal y por el que habíamos llegado la noche anterior y que apenas pudimos contemplar por la oscuridad.

Por la ribera del río cruzamos el puerto, por donde había gente ya esperando el bote que cruzaba hasta Ayamonte, por donde hasta hace muy poco con la inauguración del puente en 1991, era la única manera que vehículos y personas tenían de cruzar la frontera.
Continuamos por el paseo hasta llegar a la misma desembocadura del Guadiana en Punta San António, donde miles de personas se acercaban ya con sus coches para disfrutar de la gigantesca playa de Monte Gordo.

Volviendo hacia atrás, hasta los pies del faro de Vila Real de San António, iniciamos la Ecovia recorriendo los primeros kilómetros por un carril bici junto a la carretera hasta llegar a Monte Gordo, donde tras cruzar el pueblo, continuamos por un bonito camino que atravesaba los pinares de la Mata Nacional das Dunas do Litoral, para luego continuar por urbanizaciones costeras hasta llegar a Cacela Velha, un pequeño barrio de pescadores en un atalaya con una ermita, un fuerte y un mirador desde donde se podían disfrutar de la bonitas vista a las playas, a las que al parecer sólo se podía llegar en pequeños botes.

Continuando por los caminos fuimos atravesando parcelarias hasta llegar al turístico pueblo de Cabañas, donde hicimos un descanso en el paseo marítimo mientras observábamos el trajín de los pequeños barcos que iban y venían llevando gente hasta las playas o salian con turistas en busca de delfines.

Seguimos nuestro viaje adentrándonos en un paisaje que a partir de ahora nos iría acompañando durante muchos kilómetros de este viaje y que no era otro que el de las salinas. Por algo es que en esta zona de Portugal se concentra prácticamente la totalidad de la producción de sal del país, siendo la mayoría de ellas todavía explotadas de forma tradicional.


Cruzando el río Gilao llegamos hasta Tavira,  por sus bacheadas calles empedradas cruzamos sus puentes hasta llegar a el antiguo fuerte musulman que dominaba el pueblo, donde pudimos disfrutar del bonito jardín del castillo y de las panorámicas a todo el pueblo.

Tras la visita seguimos por caminos hacia Fuseta, donde encontramos un pequeño camping junto al puerto que no nos hizo mucha gracia por sus pobres instalaciones y el solazo que le pegaba, por lo que decidimos seguir unos kilómetros más hasta el siguiente.
 
Tras más kilómetros de salinas y salinas por fin llegamos hasta Olhäo, donde en la misma entrada del pueblo encontramos el Camping y decidimos dejar de dar pedales por ese día. Tras instalarnos y refrescarnos en su piscina nos tomamos un par de refrescantes canecas, que son como hay que pedir allí los cañones de cerveza.


Día 2. Olhão - Armação de Pêra (76 Km)

El calor empezaba a apretar cuando salimos del camping con dirección Olhäo, por pabellones de conserveras llegamos hasta el puerto pesquero donde aun había algo de movimiento del desembarco mañanero. Un poco más adelante nos encontramos con el puerto deportivo, donde paramos a desayunar mientras disfrutábamos de las vistas desde la terraza del bonito centro comercial.

Tras coger fuerzas con un buen desayuno arrancamos de nuevo cruzamos varias salinas hasta llegar a Faro, donde entramos por una de las puertas de su antigua muralla. Recorriendo sus calles adoquinadas visitamos la plaza de la catedral y las calles de sus alrededores donde abundan los locales culturales. Dejando atrás la cultura nos dirigimos hacia el centro, donde por sus calles peatonales y más comerciales rebosaba de gente ya a esas horas de la mañana.

Llegando al puerto de Faro tuvimos la primera incidencia mecánica, que por suerte fue un simple pinchazo, tras repararlo rápidamente continuamos hacia la estación de tren, donde el track nos mandaba cruzar las vías por la estación, pero no lo vimos muy claro, por lo que intentamos buscar otra manera de cruzar y lo único que encontrábamos eran direcciones prohibidas y callejones sin salida. Tras un rato de callejear conseguimos cruzar las vías justo en el punto que empezaba de nuevo el bicicarril.

El bicicarril tenia pinta de estar recién hecho y cruzaba una zona de salinas muy bonita, donde pudimos ver a la gente extrayendo la sal a mano, como se ha venido haciendo desde hace cientos de años. Así llegamos hasta un puente en ruinas, donde la única alternativa era continuar por el camino de servicio del puente del tren,  así que rápidamente cruzamos por él y continuamos hasta Montenegro, donde aprovechamos para avituallarnos en un supermercado.

Llegando al campus universitario nos salimos de la carretera para adentrándonos en un secarral donde el sonido de las cigarras y el polvo nos envolvía bajo un sol de justicia. Tras varios kilómetros cruzamos este bosque hasta llegar a una zona de urbanizaciones y campos de golf de superlujo, donde no parábamos de abrir la boca viendo los chalets, cochazos y resorts de superlujo con los que nos íbamos vamos cruzando.

El contraste que se podía ver de una acera a otra de la carretera era brutal, a un lado todo era todo seco y no se veía nada más que rastrojos y sin embargo al otro todo eran campos de golf, jardines de chalets donde todo era verde y el agua rebosaba en pequeños lagos y por fuentes ornamentales. Eso si para beber seguimos sin encontrar absolutamente nada.
Aprovechando una zona de sombra ajardinada junto a el lago de un campo de golf hicimos un descanso tirados sobre el césped aun húmedo y comer. Allí se estaba de autentico lujo y daban ganas de echarse una pequeña siesta pero había que seguir, así que poco a poco fuimos dejando atrás todo el lujo y las zonas verdes para adentrarnos de nuevo por las marismas  hasta llegar a la playa de Forto Novo, donde no pudimos evitar hacer otra parada en un chiringuito ajardinado donde nos tomamos unos refrescos mientras escuchábamos música en vivo, y donde poco faltó para que nos pusiéramos los bañadores y nos diéramos un baño en la piscina que tenia el local.

Continuando por el paseo de la playa y la típicas calles turísticas cruzamos Quarteira hasta encontrar de nuevo el bicicarril. Por un bonito parque encontramos por fin un par de fuentes, y que serian al final las dos únicas fuentes que íbamos a encontrar en todo el recorrido. El bicicarril nos llevó hasta Rrocha Baixinha, donde empezaba una playa que se perdía en el horizonte y por donde nosotros cogimos el camino paralelo a la linea de playa que termino saliendo a una zona de hoteles y pequeñas urbanizaciones.

De nuevo tuvimos que  hacer un alto, Sonia llevaba un rato quejándose de la rodilla y ya no aguanta más, así que paramos a echar un ojo a la cala de la zapatilla, ya que la altura del sillín aparentemente se veía correcta, Así que con un poco de paciencia y la multiherramienta modificamos la posición de la cala hasta una posición que parecía más correcta y probamos a continuar....y Premio!! Por suerte acertamos a la primera y los dolores desaparecieron rápidamente.

Un poco perdidos por el tráfico de las avenidas llegamos a Albufeira, donde conseguimos bajar hasta la zona antigua y más turística, donde paseamos entre el bullicio de la gente y visitando una pequeña exposición de figuras de arena en había expuesta en la calle. De vuelta al bicicarril continuamos hacia las afueras haciendo una parada en un mirador desde donde se tenia unas bonitas panorámicas de Albufeira a un lado y de la entrada al puerto al otro.

Este pequeño barrio frente a el puerto deportivo tenia unos coloridos apartamentos que me recordaban a la antigua serie de Miami Vice y sus colores pastelones. Dejando atrás el lujo nos volvimos a adentrar por caminos hasta llegar a la playa Dos Salgados, donde el bicicarril cruzaba por un larguísimo puente de madera que separaba a un lado la playa y otra la laguna donde los pelícanos de Miami Vice asustados iniciaban el vuelo a nuestro paso.

Finalmente llegamos hasta Armação de Pêra, donde encontramos el camping en la misma entrada del pueblo y dimos por finalizada la etapa por ese día, Hora de rehidratarse con unas buenas Canecas, ducharse y visitar el pueblo, donde disfrutamos de una cena con la rica comida portuguesa.

Día 3. Armação de Pêra - Lagos (57 Km)

Empezamos una nueva etapa con el sol apretando otra vez con fuerza ya desde primera hora de la mañana. Vamos dejamos atrás ArmaÇao de Pêra, las urbanizaciones y las carreteras con mucho tráfico para ir adentrándonos hacia el interior del Algarve por caminos mucho más tranquilos hasta llegar a Lagoa, donde aprovechamos para desayunar al fresco de un centro comercial.

Continuamos nuestra marcha dejando atrás más campos de golf hasta que llegamos a el pequeño pueblo de Ferragudo, donde hicimos una parada para recorrer su bonito puerto, desde donde se podia ver ya enfrente la ciudad de Portimao.
 
Cruzando el puente sobre el río Arade entramos en Portimao y por un precioso bicicarril que va recorriendo los muelles fuimos viendo las lujosas embarcaciones, a cada cual  más espectacular hasta llegar a el último y más colorido puerto, donde comenzaba la gigantesca plaia de Rocha. Por su estrecho paseo repleto de lujosos bares y restaurentes a pie mismo de playa cruzamos toda la playa.
Dejándola atrás continuamos por un paseo peatonal que nos llevó hasta el mirador dos 3 castelos desde el que se tenia una bonita panorámica a esta enorme playa. Terminando el paseo salimos de la ciudad llegando hasta la playa de Vau.
 
Dejamos atrás Portimao para continuar por carretera hasta llegar a Alvor, donde recorrimos sus estrechas calles y visitamos su pequeño paseo marítimo. Unos kilómetros más adelante llegamos hasta las compuertas de la laguna de Alvor, donde aprovechamos para hacer un descanso mientras observábamos como unos paracaidistas se lanzan al vació desde pequeñas avionetas.

Tras ponernos en marcha de nuevo entramos en el tramo más técnico y bonito  de todo el recorrido cicloturista, un sendero estrecho y retorcido por el que íbamos recorriendo toda la ribera del río Farelo hasta llegar a un puente de tren que cruzaba el río y por donde no queda más remedio que cruzar por las vías rápidamente ya que en este puente no hay ninguna otra posibilidad. Pasado el puente nos volvimos a incorporar a el bonito sendero que volvía por la otra ribera hasta llegar al camino que nos llevaría a la carretera que nos llevaría hasta Odiáxere.

Dejando atrás el pueblo el cuerpo nos iba pidiendo a gritos echar el alto ya. No llevamos muchos kilómetros ni mucho desnivel, pero el sol apretaba mucho e íbamos  muy deshidratados. Así que echamos el resto siguiendo por aquellos caminos secos entre enormes salinas, piscifactorías, campos de golf y enormes playas.
Derrotados por el calor llegamos hasta Lagos donde hicimos una parada más que obligada en la primera terraza vimos con sombra a coger una botella grande de agua fresca, que nos supo mejor que el mejor Champan de Moët & Chandon.
 
Tras un descanso seguimos recorriendo Lagos por el paseo marítimo, repleto de puestitos y gente, hasta llegar el Parque de Campismo Trindade, donde finalizamos por fin la etapa.

Tras montar la tienda y ducharnos, nos fuimos a comer algo y tomarnos una refrescante Caneca. Tras el descanso nos fuimos de paseo siguiendo el sendero que recorre de cala en cala casi todas las playas más famosas y fotografiadas de Lagos. Es uno de los paisajes mas bonitos que he visto ebn mi vida y era este por lo menos para mi el motivo principal de este viaje, el conocer esta autentica maravilla.

De cala en cala y sin parar de abrir la boca, llegamos hasta el faro de Lagos donde una multitud estaba esperando para ver la espectacular puesta de sol. Allí nos quedamos también para verla y fotografiarla. Antes de hacerse de noche completamente seguimos recorriendo el ultimo tramo de calas y acabar perdidos cuando intentábamos volver.

Finalmente encontramos el camino y nos metimos en el bullicio de las calles de Lagos, donde acabamos el día cenando un plato típico de pescado.


Día 4. Lagos - Cabo San Vicente, Sagres (47Km)

Empezamos un nuevo día recogiendo los bártulos con idea salir temprano, pero nos dimos cuenta que la recepción, pese a que el día anterior nos habian dicho que si, no abría hasta las 9:00 por lo que decidimos ir a desayunar a un bar que estaba fuera en la misma entrada del camping.

Tras el desayuno y pagar la estancia nos pusimos en marcha saliendo poco a poco de Lagos por una carretera sin mucho trafico que nos llevó por una zona de urbanizaciones y caminos hasta llegar a el pueblo de Praia da Luz, donde nos detuvimos la plaza desde la que había un bonito mirador al mar.

Continuando por tranquilas urbanizaciones de chalets y algún pequeño tramo de carretera llegamos hasta Burgau. Sin mucho que ver por allí seguimos adelante hasta llegar a un camino que nos descendió hasta un valle verde con un humedal, que nos recordó mucho a nuestra tierra en el norte.

Por allí llegamos hasta un lugar verdaderamente paradisíaco, la Praia de Boca do Rio, una enorme y bonita cala sin apenas gente donde tan sólo había un par de autocaravanas que parecía que habían pasado la noche allí.

Por una pista nos acercamos hasta el borde de los acantilados donde disfrutamos de las espectaculares vistas, para finalmente terminar de subir el puerto y llegar hasta la carretera que nos llevó hasta Salema, donde fuimos parando en cada mirador al mar, hasta llegar a un durísimo rampón que nos hizo, por primera vez en todo el trayecto, poner plato pequeño y que nuestro corazones latieran a un ritmo desenfrenado.

El camino que hasta ahora había sido totalmente llano se estaba empezando a convertir en un rompepiernas en toda regla. Y lo que antes eran urbanizaciones y chalets ahora se había convertido en tranquilos caminos y carreteras. El paisaje se estaba empezando a poner por fin más salvaje. Así seguimos subiendo y bajando hasta llegar a Raposeira, donde hacemos una paradilla en un bar antes de afrontar el ultimo tramo de la etapa.

Dejando atrás el pueblo seguimos por los caminos hasta llegar a Vila do Bispo, donde nos incorporamos a la antigua carretera general, paralela a la nueva, que descendía en una interminable recta hacia Sagres. Por suerte apenas había que pedalear e íbamos viendo como los mojones que indicaban los km restantes iban pasando rápidamente mientras nos íbamos poniendo poco a poco más eufóricos.

Así entramos en Sagres cruzándolo hasta que vimos al fondo una fortificación, la fortaleza de Sagres, donde pensábamos que terminaría el recorrido pero no, el gps indica que había que seguir hacia la derecha y allí a lo lejos por fin vimos el faro del cabo San Vicente.

Aún faltaban 5 kilómetros al fondo nuestra meta, eran sólo dos largas rectas, pero esos últimos kilómetros se hicieron los más largos e interminables, el viento empezó a soplar de frente y avanzar se hizo muy muy duro. No nos rendimos, giramos en el ultimo cruce y ya con el faro delante hicimos un ultimo esfuerzo.  A medida que nos íbamos acercando a falta de unos pocos cientos de metros nos fuimos poniendo eufóricos. Hasta que por fin lo conseguimos y llegamos a la puerta de entrada al faro.


Tras la foto frente al letrero del cabo de San Vicente y el símbolo de la Eurovelo entramos a visitar el fuerte donde esta alojado el faro. Allí pudimos disfrutar de las vistas, y tomar algo en su pequeña terraza rodeados de multitud de turistas. Finalmente nos hicimos la típica foto en la gigantesca silla que ahí allí y por fin podemos decir que .... Reto Conseguido!!!


Tras un rato recorriendo canda rincón del cabo y disfrutando de las espectaculares vistas nos acercamos a coger fuerzas a un puesto de perritos calientes, en el que rezaba un eslogan en alemán con lo que iba a ser una curiosa predicción "Letzte Bratwurst vor Amerika" "Última Bratwurst antes de Amerika" ;-). 

Allí pidiendo uno de sus perritos calientes te regalan un certificado fechado ese día de cómo te has comido una salchicha en el punto más occidental antes de America, pero que para nosotros significó un certificado de haber completado nuestra aventura, al estilo de la Compostela del camino de santiago.

Momento de pensar qué hacer, si empezamos la vuelta o si acampamos allí visitando Sagres hasta que llegase el atardecer y contemplar su famosa puesta de sol. La decisión fue unánime nos volvíamos, ya estábamos cansados de tanto calor y con la puesta de sol del día anterior ya nos valía. Después de un intento fallido de volver en autobús de linea hasta Lagos, donde está la ultima parada del tren que recorre el sur de Portugal, nos pusimos en marcha por carretera y comenzamos a rodar con todo lo que nos quedaba con intención de llegar a el último tren que salía de Lagos dirección Vilareal de San Antonio.

Un par de horas y medía y dos pinchazos después llegamos a Lagos con casi una hora de adelanto sobre la salida del tren, momento que aprovechamos para asearnos un poco y cambiarnos hasta que el tren pintorrojeado llegó y a él nos subimos. En tres horas y poco estábamos de nuevo de vuelta en Vilareal dando finalmente por concluida esta aventura.
 
Y así acaba esta ruta por el Algarve, un  recorrido costero sin apenas desnivel por esta soleada y turística región, de la que yo personalmente me esperaba fuese algo más salvaje y que estubiese tan sobreexplotada, por lo que recomendaría hacer el recorrido fuera de los meses de verano con algo menos de calor y gente. Ahora a soñar con la próxima aventura.