lunes, 14 de abril de 2014

Vuelta al valle de Caderechas (Burgos)


Este fin de semana tocaba una de esas citas que esperaba con ganas desde que hace unos meses me la propusieron, la vuelta al valle de Caderechas. Así de primeras supongo que el nombre a la mayoría no os dirá mucho, pero sin embargo si os digo el valle del Jerte, seguramente todos habréis oído hablar de el y automáticamente se os habrá venido a la cabeza las imágenes de los cerezos en flor. Pues no hace falta irse hasta Caceres, aquí mismo bien cerquita, en la Bureba burgalesa podemos disfrutar de este espectáculo de la naturaleza que es la floración de los Cerezos.


A las 9.30 de la mañana nos damos cita en Termiñon, localidad puerta de acceso al valle de Caderechas, con una temperatura de 6º y una intensa niebla que no dejaba ver más allá de 50 m. La cosa no pintaba bien por ahora, pero el pronostico para ese día era cielos despejados y buenas temperaturas por lo que habría que aguantar y esperar a que mejorase el tiempo.

Después de un café calentito y ponernos toda la ropa que habíamos llevado arrancamos de Termiñon. Pedaleamos camino del cercano pueblo abandonado de Tamayo, el cual atravesamos sin prestarle mucha atención ya que la temperatura animaba a pedalear sin parar. Salimos de allí y volvemos unos metros por el mismo camino hasta coger una pista por la que empezamos a ascender suavemente por una de las laderas del valle. A medida que cogemos altura vamos cogiendo también temperatura y empieza a sobrarnos ropa. En cuanto sobrepasamos la niebla, el sol ya es ya de justicia y tenemos que parar a quitarnos toda la ropa de abrigo que llevamos. Ahora hay que intentar meterlas en las mochilas, cosa que se hace complicada y algunos acaban saltando encima de la mochila para poder cerrarlas, mejor no explico como quedo el plátano, galletas, etc que estaban dentro.





Continuamos con el ascenso hasta que nos salimos de la pista y empezamos a ir por un sendero hasta encontrarnos con un pilón de agua cristalina con el escudo del desaparecido ICONA que invita a darse un baño. Sino fuera porque aun era temprano, el calentón que llevábamos y lo fría que estaba, aquello podía acabar como fiesta en la piscina.



Seguimos ascendiendo por el camino y  gracias a que la niebla ha desaparecido, empezamos a disfrutar ya de la vistas espectaculares de todo el valle y a lo lejos podemos ver ya el blanco de los cerezos en flor. 

            

Empezamos a descender camino de Madrid de las Caderechas, sin llegar a entrar en el pueblo continuamos por los caminos hasta llegar a Huespeda, donde llegamos y hacemos una parada en su plaza junto a una fuente y un pilón de aguas cristalinas que invita de nuevo al remojón. Seguimos descendiendo por pistas de tierra roja rodeados de pinares hasta llegar a Rucandio, pueblito que cruzamos sin más y seguimos.
            

Continuamos junto a los cerezos en flor hasta un pequeño alto, allí nos encontramos una vieja furgoneta volcada en la cuneta, tenia pinta de llevar allí más de 20 años, pero por si acaso nos acercamos a ver si había heridos, efectivamente no había.

Iniciamos un descenso cruzando Hozabejas hasta llegar a Aguas Cándidas, donde hacemos una parada en una especie de bar a reponer fuerzas y tomarnos unos cafecitos entre los lugareños. Uno de ellos de un salto se planta delante de una de nuestras féminas y empieza a darle consejos sobre la altura del sillín, que si lo llevaba muy alto, que si movía las caderas, que si él había sido mecánico de un antiguo equipo ciclista, bla bla bla. Entre risitas dejamos a Lina comentándole que hacia poco más de un mes que se había hecho un estudio biomecánico y que llevaba la bici colocada al milímetro.
            

Seguimos por los senderos y caminos entre arboles frutales y canales de riego de aguas cristalinas hasta llegar a la ermita de San Emeterio y San Celedonio, donde hacemos una parada y subimos por unas escaleras exteriores hasta su campanario, donde no podemos evitar la tentación de tocar sus campanas. Después de las fotos de rigor continuamos hasta Quitanilla, donde visitamos una pequeña torre fortaleza medieval del s. XV en muy buen estado.

            

Alternando caminos y carretera, cruzamos un desfiladero sobre el rio badillo hasta llegar Quintanaopio. Al salir del pueblo nos acercamos hasta una iglesia que tiene a su lado un peñón, el cual tomamos como hordas vikingas y desde el cual se pueden disfrutar de unas bonitas vistas del valle.

            

Salimos del pueblo por carretera para desviarnos en seguida a una pista, que nos lleva a un estrecho sendero rodeado de cerezos, donde volvemos paramos de nuevo a hacernos la foto oficial para las redes sociales. Arrancamos y unos cientos metros más adelante volvemos a parar junto a un antiguo muro rodeado de más cerezos espectaculares. Puede parecer que paramos porque cada árbol es un espectáculo, si podría ser, pero lo que realmente pasa es que no queremos terminar la vuelta y cualquier excusa es buena parar y alargar la ruta. 

Después de una docena de fotos de todo tipo, continuamos hasta llegar ya a Termiñon y como su propia nombre da entender la vuelta llega a su termiño.

Una gran ruta, sin mucha dificultad y con un entorno espectacular, que el año que viene tenéis que apuntar en vuestro calendario.

Agradecimientos
Video: Aurelio (euskadienbtt.com)
Fotos: Mikel

5 comentarios :

  1. Espectacular reportaje de los olivos en flor. Que envidia me dais jeje

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    1. Ya te digo menuda uva sale luego... El año que viene yo también me apunto, Jeje ;-p

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  2. Realmente espectacular!!!

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  3. Para que esperar al año que viene, podemos hacer otra ruta que tengo, la llamo Caderecha roja y tiene mucho sabor,jajajaja

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  4. El ciclismo al igual que el patinaje comparte la emoción del movimiento libre y la conexión con la naturaleza. Ambas disciplinas ofrecen una experiencia única, donde la velocidad se fusiona con la gracia en cada giro.

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