jueves, 31 de diciembre de 2015

Vuelta al Anboto


Ultima crónica del año, esta vez con la quedada mensual del calendario de EuskadienBTT, que me tocaba organizar a mi y para la que había preparado una ruta alrededor de la sierra del Anboto.

Nos dimos cita en el barrio de Tabira de Durango junto a la ermita de San Pedro con muchas caras nuevas y desde donde iniciamos la marcha por el camino Mikeldi para ir cogiendo altura poco a poco viendo a nuestra derecha el pequeño pueblo de Izurtza y el gran mazacote de piedra del monte Mugarra.

En frente el molino de viento de Larringan nos guía hasta el primer alto de la jornada, en el barrio de Mendiola, allí dejamos ya el GR-Mikeldi y descendemos cruzando el barrio hasta coger un camino pedregoso y habitualmente muy mojado que nos lleva hasta los pies de las canteras de Atxarte.

Allí tras encomendarnos en la ermita del Santo Cristo comenzamos la larga subida por pista disfrutando de unas espectaculares vistas al valle al fondo del valle,  de pequeñas cascadas y flanqueados por los primeros colosos de piedra de la sierra del Anboto el Untxillax, Aitz Txiki o Ailluitz entre otros.

Antes de disfrutar con las vistas desde el mirador de las tres cruces de urkiola tuvimos que sufrir un poco por los últimos rampones del viacrucis que nos hicieron echar pie a tierra durante unos pocos metros hasta conseguir llegar por fin a el mirador.

Tras reagruparnos y sacar unas fotillos nos acercamos hasta el Santuario donde hicimos un descanso para tomarnos un caldito o consomé bien calentito en el bar que hay junto a el santuario y echar unas risas con el showman que hay tras la barra.

De nuevo nos ponemos en marcha para afrontar los últimos kilómetros de subida hasta la fuente del Pol Pol a los pies del Anboto, donde el grupo se separa en dos para afrontar los primeros descensos bien por sendero o bien por pista para volver a agruparse un poco más abajo.

Empezamos el largo descenso primero por pistas rodeados de hayedos y rocas hasta llegar a las campas de Zabalandi donde volvimos a agruparnos para seguir con la bajada loca todos juntos que nos hizo disfrutar como locos por sus altas velocidades, senderos técnicos de piedras y profundos hayedos con hojas que nos llegan hasta los mismísimos ejes de las ruedas.

Tras muchos gritos emocionados llegamos hasta Besaide donde pudimos encontrar el nuevo monumento de Yohin Ogata en memoria a los montañeros muertos y a su lado en la cima del Besaide el antiguo monumento. A sus pies también encontramos un un eje geodésico que nos indica el punto en el que se unen los tres territorios vascos.


Dejamos atrás los monumentos y seguimos descendiendo por pistas hasta llegar al barrio de Arrazola junto a la Vía Verde del mismo nombre, a la que nos nos incorporamos ya que en ella están prohibidas las bicicletas.

Así continuamos hasta Apatamontasterio donde llegamos a la carretera general y nos incorporamos a la carretera hasta Abadiño, ya que el camino que tenia pensando por las vías de servicio de la nueva carretera de circunvalación que están haciendo entre Geredia y Elorrio estaba totalmente inundado e impracticable.

En Abadiño nos volvemos a los senderos y carriles bici que cruzan el pueblo para diriginos de vuelta hacia Durango y cruzar su casco antiguo hasta llegar de nuevo a el punto de inicio de la ruta en el barrio de Tabira.


Una ruta sin muchas dificultades salvo por el desnivel que  hay que salvar prácticamente sin descanso desde el inicio hasta los pies del Anboto, pero que sin duda merecerá la pena por las vistas y el larguísimo y divertido descenso para todos los gustos que tendremos después.


Agradecimientos
Fotos: Aurelio (euskadienbtt)

lunes, 14 de diciembre de 2015

Canfranc al Refugio López Huici por la pista de Las Blancas


Tan sólo hace falta media hora, ni un minuto más, para liarnos unos a otros en un puente sin planes e irnos todos juntos al pirineo a disfrutar de aquellos increíbles paisajes.


Tras elegir entre varias rutas nos decidimos por una de las más "asequibles" para que nadie sufriera en exceso y desde el Albergue Rio Aragón donde hospedábamos nos pusimos en marcha cruzando el pueblo, pasando junto a la famosa Estación que le da nombre hasta llegar a las afueras donde a los pies del embalse de Canfrac, bajando unas escaleras comenzaba el sendero del Camino de Santiago Aragones que venía desde Somport y que finaliza uniéndose al Francés en Puente La Reina-Gares.



El sendero estrecho y técnico en algunos tramos seguía muy mojado por las lluvias del día anterior, lo que unos obligó ir concentrados para no pegar un resbalón. No por ello dejamos de disfrutar de él sobre todo cuando nos llevó hasta una bonita cascada donde era inevitable hacer la primera parada y sacarse unas fotos allí.

Continuamos por el sendero hasta llegar a Canfranc, atravesándolo para volver al camino de nuevo y seguir por él varios kilómetros hasta llegar a Villanúa donde en la entrada del pueblo encontramos unas cuevas con muy buena pinta, las cuevas de la Güixas, que en ese momento estaban cerradas y no pudimos visitarlas. Ya en el pueblo tocó parada para echar el cafecito y comer algo para coger fuerzas para la larga subida que nos esperaba.


Allí uno de los integrantes decide que aquello era ya demasiado para su maltrecha espalda y decide darse la vuelta para hacer la subida a Somport por carretera, a este plan se le une otra compi, por lo que allí nos despedimos y arrancamos cogiendo caminos distintos.

Nosotros salimos del pueblo continuando por una pista fácil hasta llegar a la urbanización del churro, donde salimos a la carretera y retrocedimos un par de kilómetros hasta llegar a el cruce donde comenzaron los primero rampones que nos fueron calentando las piernas hasta el pueblo de Aratorés.

Tras dar una vueltilla por el pueblo y llenar bien de agua las mochilas y bidones, ya que había previsión de no encontrar agua en muchos kilómetros,  lo dejamos atrás e hicimos los últimos kilómetros de asfalto hasta llegar a un alto donde comenzaba la pista forestal de Las Blancas y desde donde se podía disfrutar de unas bonitas vistas a los dos valles antes de empezar con la tortura del largo ascenso.



En el inicio de la pista un letrero ya nos informaba que el refugio estaba 18 km, aparentemente no era mucho, pero ... Comenzamos el ascenso atravesando unos bosques donde las moscas empezaron a arremolinarse junto a nosotros haciendo que fuese una autentica tortura el respirar profundo sin tragarse ninguna.


Así fuimos cogiendo más y mas altura hasta dejar atrás los bosques y empezar a disfrutar por fin de unas mejores vistas al valle, viéndose al fondo de él pueblos como Aisa. Continuamos nuestro ascenso hasta llegar literalmente a las nubes, a unos 2000 metros de altura, donde encontramos un pequeño refugio donde hicimos un alto y  pudimos disfrutar, cuando las nubes nos dejan, de unas espectaculares vistas al valle de Canfranc y a gran parte del Pirineo.


Allí el track que habíamos elegido nos marcaba que por allí en algún lado empezaba el sendero de vuelta, pero mirando el gps vimos que hasta el refugio de Lopez Huici faltaban pocos kilómetros y que desde allí parecía que cruzaba un sendero, el  GR-11.1 que llevaba de vuelta hasta Canfranc, por lo que decidimos ya continuar hasta allí y descender por el.

Seguimos ascendiendo un poco más por la pista hasta que el gps nos indicó 2200 metros y la pista por fin comenzó a descender. Empezamos con el rapidísimo descenso por la pista pero no tuvimos más remedio que parar porque las espectaculares vistas que teníamos frente a nosotros bien se merecían un alto.


Continuamos con el loco descenso hasta llegar a la valla que cerraba el paso a los vehículos e indicaba que aquello era zona militar. Nosotros nos hicimos un poco los suecos y continuamos hasta llegar por fin al refugio de López Huici, donde tras pegar unas voces y ver que nadie respondía entramos a visitarlo.




Aquello estaba un poco descuidado y no había rastro de pasado militar, salvo por algún que otro escudo encima de la chimenea, pero si que tenía pinta de haber sido refugio de algún equipo de espeólogos que estudiaban las simas de la zona por cantidad de mapas y anotaciones que habían dejado por allí.


Tras la visita empezamos a buscar por los alrededores el sendero del GR, pero no lo veíamos por ningún lado salvo por el par de marcas GR que encontramos en una piedra y poco más. Así que empezamos el descenso por donde intuíamos que iba el sendero teniendo que echar el pie a tierra en más de una ocasión y así llegamos hasta un barranco con una  zona de piedras de un desnivel muy pronunciado.


Ya no había vuelta atrás por lo que nos echamos las bicis a la espalda durante un rato y continuamos descendiendo entre piedras. Aquello empezaba a ser ya una aventura con mayúsculas y no parábamos de reírnos del lío en el que nos habíamos metido por hacer caso al gps.


Tras pasar el barranco volvió a aparecer un camino que nos llevó hasta unas praderas donde las vacas nos miraban sorprendidas de vernos bajar como unas autenticas cabras por aquellos pedregales. Allí mismo junto a la majada Lecherin Bajo encontramos una fuente, que nos salvó porque llevábamos ya un rato sin una gota de agua.


Siguiendo las marcas del GR continuamos, teniendo que echar pie a tierra en innumerables ocasiones, bien por zona técnica, barrancos o arboles caídos, pero a esas alturas ya no nos parecía malo aquello, ya que la salida había pasado a ser ya una lucha épica contra los elementos por llegar de vuelta a Canfranc.



Llegamos de nuevo a zona arbolada y el sendero empezó a estar más fácil de seguir, salvo por algún que otro árbol caído y corrimiento de tierras. Tras un buen rato disfrutando de los senderos y de las vistas que aparecían entre los arboles llegamos hasta la majada de Gabardito donde nacía un camino bien marcado por el que empezamos a bajar como locos dando saltos y cruzando riachuelos hasta llegar a la Fuente de La Paja, si he escrito bien ;-), por suerte no nos salpicó nada al pasar junto a ella y pudimos seguir por lo que parecía una antigua calzada.



Dejando atrás la calzada el camino se estrechó y empezó un divertidísimo sendero repleto de zetas donde disfrutamos como niños dando gritos mientras bajamos derrapando en cada curva hasta aparecer finalmente en el mismo pueblo de Canfrac.




Tras cruzar el pueblo volvimos ya por carretera hasta Canfranc Estación donde nos juntamos con el resto de compis que habíamos dejado atrás a la mañana y nos tomamos unas merecidísimas cervezas.


Una memorable ruta que comenzó siendo algo fácil de pisteo y que acabó siendo una aventura épica de mountain bike y trail, para recordar durante mucho mucho tiempo.


Agradecimientos
Fotos: Aurelio (euskadienbtt)

jueves, 26 de noviembre de 2015

Moab Brands Trails, Utah EEUU


Quien me iba a decir a mi cuando veía esos vídeos de Internet de Bikers disfrutando por esas tierras de profundos cañones, senderos de tierra roja y roca lisa que muy pronto iba a estar yo también allí.

Aprovechando mis vacaciones por el Oeste Americano y que gran parte de los Parques Nacionales que íbamos a visitar estaban en Utah nos acercamos hasta  Moab. Un pequeño pueblo donde se vive con pasión todo el mundo offroad, en especial el MTB con su famoso Slickrock Trail.


Nos acercamos hasta Moab Cyclery, una tienda/taller donde se podía alquilar bicis, recorridos guiados o transporte hasta algunos de los increíbles trails, como se dicen allí, que hay por los alrededores del pueblo. Después de informarnos y ver el catalogo de joyas, digo de bicis, con los últimos modelos de Specilized, Santa Cruz y Cannondale, nos decidimos yo por una Specialized Stumpjumper FSR 6fattie de este año con ruedas 27,5+ de 3" con transmisión 1x11 y mi compi por una Juliana Juno, una bici especifica de chicas de la marca Santa Cruz.

Mi idea era hacer el mítico Slickrock Trail pero debido que es un recorrido aunque corto de altísimo nivel, eso dicen ...., y que mi compi tampoco estaba tan en forma ni tampoco teníamos ganas que se volviera a escacharrar, optamos por un recorrido aunque técnico también con menos desnivel el Moab Brands, un área con cantidad de recorridos balizados de distintos niveles y que se pueden ir enlazando unos con otros para hacerte un recorrido a medida de cada gusto o nivel.

Con las bicis cargadas y aprovisionados de comida y bebida nos acercamos hasta Moab Brands a muy pocas millas del pueblo. Por todas partes se veían "utilitarios" americanos, osea pick ups, con bicis colgadas, ¡que maravilla!.

Vestidos con nuestras mejores galas, montamos nuestras flamantes burras y tras una vuelta de reconocimiento a un pequeño circuito de Pump Track que había junto al aparcamiento nos pusimos en marcha por un single track revirado y a veces técnico llamado "Lazy" muy divertido con pequeños desniveles  para luego coger unas pistas denominadas "Bar M Loop" que nos acercaron hasta el borde del cañón, desde allí cogimos ya el "Rockin A" con un terreno muy técnico de la famosa roca lisa que puso a prueba nuestra pericia y forma física ya que te hace estar todo el rato tope por sus continuos sube bajas por escalones.


Así llegamos hasta un cruce de caminos donde había un par de agujeros donde nos echamos unas risas haciendo ochos a toda velocidad con las bicis y donde aprovechamos para hacer un pequeño descanso y comer algo. 

Tras el kitkat continuamos con la pelea por la roca de el "Circle O Trail" hasta llegar a un espectacular mirador donde nos volvimos a quedar una vez más con la boca abierta con las espectaculares vistas al cañón.

Siguiendo unos km más por "Circle O Trail" llegamos a hasta el "North 40", donde sólo hicimos unos pocos metros para coger el "Maverick", otro divertidísimo Single Track en descenso con curvas peraltadas que me hizo gritar de emoción en cada curva.

Tras el subidón volví a enlazar de nuevo con el "North 40" y descendiendo rápidamente llegue hasta el aparcamiento de nuevo, poniendo punto y final a la ruta.

Una corta pero intensa toma de contacto con estas tierras, paraíso del MTB, donde hasta hace muy poco soñaba con ir, y donde espero poder volver algún día a recorrer sin prisas sus increíbles parajes, que sin duda te marcaran de por vida.


martes, 24 de noviembre de 2015

Vuelta al Gorbea en Otoño


Sin tener que irse muy lejos, aquí mismo entre Bizkaia y Araba tenemos una entorno privilegiado para disfrutar con nuestra MTB de los colores del otoño,  esta zona no es otra que el Parque Natural del Gorbeia.

Recorrer los caminos y senderos por sus tupidos bosques de hayas, robles, marojos, encinas o alisos mientras observamos como sus hojas van cambiando de color o se dejan caer a nuestro paso hasta cubrir por completo los suelos es un espectáculo para los sentidos difícil de olvidar.

El recorrido lo inicie desde Murgia, un buen sitio para empezar y acabar ya que tenemos un parking, el bar para el cafecito de inicio y la cervecita del final y la fuente, donde nos convendría coger ración doble de agua, si somos de beber mucho,  ya que no encontraremos una fuente hasta llegar a Pagomakurre a mitad de recorrido.

Salimos de Murgia cruzando el túnel bajo la carretera llegando casi hasta Sarria, donde nos desviaremos hacia la derecha y por caminos iremos ascendiendo hasta el inicio del bosque donde vemos ya la entrada al parque.

Desde la misma puerta empieza el disfrute, el bosque estaba cubierto por una alfombra roja de hojas que no dejaba ver el suelo por lo que que había que rodar con un poco de cuidado por las posibles roderas. El terreno dejaba ya de ser todo ascendente y se convertía en un divertido rompepiernas por senderos disfrutones que pasan junto a unas antiguas tejeras y carboneras, para luego vadear unos riachuelos y que con el calor que hacia ese día no me importo pasar rápido y calarme un poco.


Subiendo y bajando por caminos cada vez más espectaculares llegamos hasta el merendero de la cantera de Gorbea, un bonito lugar recuperado donde pasar un buen rato en familia o con los amigos.

 
Continuando hacia arriba llegamos hasta el mágico paraje de Harrizuri donde el bosque se cierra tanto que el día se hace noche y la única luz es la que reflejan las piedras blancas que parecen brotar de la tierra cubierta de espigarri rojo. 

Tras salir de este bosque encantado llegamos a las campas de Aldamiñape pasando junto a unos albergues y el tejo Aginalde, para luego coger la pista que nos hará descender rápidamente hasta llegar a un canal de agua, por donde podremos  rodar un poco más sueltos mientras disfrutamos durante unos kilómetros de las vistas que se nos van abriendo a nuestra derecha, hasta que finalmente llegamos a un mirador, desde donde podemos disfrutar las vistas hacia el valle de Arratia.


En seguida llegamos a la pista que sube desde Areatza y que en pocos kilómetros nos deja en Pagomakurre, donde toco hacer un pequeño descanso para reponer fuerzas y coger agua para encarar los tramos más duros del recorrido.

Comienzo el ascenso a las campas de Arraba, mientras el agradable vientecillo sur que me había acompañado durante todo el camino empieza a soplar con más fuerza y dificulta más si cabe la dura subida hasta las campas, pero no consigue doblegarme y en menos tiempo del que me esperaba llego a hasta Arraba, acercandome hasta uno de sus miradores donde se puede ver mejor incluso que antes todo Arratia y más allá.


Cruce las campas hasta la fuente que hay junto al refugio de la federación para luego dirigirme hacia el paso de Gatzarrieta, tan peligroso y embarrado como siempre, donde tocó portear un poco la bici hasta cruzarlo.


Tras comenzar la bajada hacia Erigiñau me desvío hacia la derecha por un camino muy técnico cruzando un bonito valle con varios refugios hasta llegar hasta una dura subida que sin descanso va cogiendo altura de nuevo por una pelada ladera y donde por suerte esta vez el viento esta de mi lado y me facilita el ascenso.

Tras llegar al alto del camino, un nuevo y bonito valle con unos vaquerizas al fondo aparece a mis pies, raudo y veloz me lanzo por la pista hacia allí abajo, pasando al poco junto a ellas y continuando hasta llegar a una zona encharcada y embarrada en la que opto por lo teóricamente más fácil, cruzar por la parte embarrada y error!! meto las ruedas hasta los mismísimos bujes y casi salgo por encima del manillar.

Salgo de allí con barro hasta las rodillas para encarar el ultimo repecho, pero el viento es tan fuerte allí que me impide incluso girar hacia la izquierda y me veo obligado a echar pie tierra de nuevo para girar la bici. Incluso llegué a plantearme si parar y esperar un poco a que amainase el viento porque se estaba volviendo realmente duro y peligroso avanzar. Cabezón tiré hacia adelante y fui cresteando hasta llegar a un cercado de ganado donde me asome de nuevo a disfrutar de las vistas del valle y el Gorbea al fondo.

Desde allí comenzó una rapidísima bajada por la ladera del monte hasta el Menhir de Arlobi, donde hice una paradita a sacar fotos, y luego continuar con el descenso por el camino de un GR hasta el río Bayas. Paralelo a él recorrí unos bonitos kilómetros hasta llegar al Parketxe del Gorbeia, donde me salí de la pista por el aparcamiento para coger el camino que me llevaba hasta Sarria y desde allí volver por las campas por donde había comenzado la etapa hasta Murgia, finalizando así el recorrido.

Recorrido super recomendable para realizar sobre todo en Otoño y disfrutar del colorido de los arboles. Conviene estar un poco en forma, ya que hay mucho tramo con fuertes pendientes, sobre todo al inicio y el final, que junto con otros rompepiernas se le pueden atragantar a mas de uno. Sin duda para repetir el año que viene.

martes, 27 de octubre de 2015

Cruzando Portugal por la costa del Algarve



A finales de agosto con unos días de vacaciones por delante y muchas ganas de darle pedales buscamos alguna ruta fácil y en la que no nos tuviésemos que preocupar mucho por el tiempo. Primero nos salieron las Eurovelo francesas pero el tiempo no estaba garantizado así que nos decidimos por ésta, el tramo de la Eurovelo más al sur de Europa. Allí el sol estaba garantizado y encima pasábamos por uno de los sitios que yo tenia marcados como que hay que visitar una vez en la vida, que nos es otro, que las increíbles calas de Lagos en Algarve Portugues.

Preparadas las bicis y llenas las alforjas pusimos rumbo en coche hasta Vila Real de San Antonio, donde teníamos idea de dejar el coche bien aparcado en la estación de tren para cuando terminásemos la ruta en Sagres y volviésemos a Lagos coger el tren de vuelta, ya que la linea termina allí, nos dejase de nuevo junto al coche en Vila Real de San Antonio. Así comienza nuestro aventura.


Día 1. Vila Real de San Antonio - Olhão (64 Km)

Iniciamos nuestra marcha desde la céntrica y pintoresca plaza del Marques de Pombal, fundador de esta ciudad, por sus calles peatonales nos fuimos acercando hasta la orilla del río para intentar ver en la lejanía el Puente Internacional del Guadiana que une España a Portugal y por el que habíamos llegado la noche anterior y que apenas pudimos contemplar por la oscuridad.

Por la ribera del río cruzamos el puerto, por donde había gente ya esperando el bote que cruzaba hasta Ayamonte, por donde hasta hace muy poco con la inauguración del puente en 1991, era la única manera que vehículos y personas tenían de cruzar la frontera.
Continuamos por el paseo hasta llegar a la misma desembocadura del Guadiana en Punta San António, donde miles de personas se acercaban ya con sus coches para disfrutar de la gigantesca playa de Monte Gordo.

Volviendo hacia atrás, hasta los pies del faro de Vila Real de San António, iniciamos la Ecovia recorriendo los primeros kilómetros por un carril bici junto a la carretera hasta llegar a Monte Gordo, donde tras cruzar el pueblo, continuamos por un bonito camino que atravesaba los pinares de la Mata Nacional das Dunas do Litoral, para luego continuar por urbanizaciones costeras hasta llegar a Cacela Velha, un pequeño barrio de pescadores en un atalaya con una ermita, un fuerte y un mirador desde donde se podían disfrutar de la bonitas vista a las playas, a las que al parecer sólo se podía llegar en pequeños botes.

Continuando por los caminos fuimos atravesando parcelarias hasta llegar al turístico pueblo de Cabañas, donde hicimos un descanso en el paseo marítimo mientras observábamos el trajín de los pequeños barcos que iban y venían llevando gente hasta las playas o salian con turistas en busca de delfines.

Seguimos nuestro viaje adentrándonos en un paisaje que a partir de ahora nos iría acompañando durante muchos kilómetros de este viaje y que no era otro que el de las salinas. Por algo es que en esta zona de Portugal se concentra prácticamente la totalidad de la producción de sal del país, siendo la mayoría de ellas todavía explotadas de forma tradicional.


Cruzando el río Gilao llegamos hasta Tavira,  por sus bacheadas calles empedradas cruzamos sus puentes hasta llegar a el antiguo fuerte musulman que dominaba el pueblo, donde pudimos disfrutar del bonito jardín del castillo y de las panorámicas a todo el pueblo.

Tras la visita seguimos por caminos hacia Fuseta, donde encontramos un pequeño camping junto al puerto que no nos hizo mucha gracia por sus pobres instalaciones y el solazo que le pegaba, por lo que decidimos seguir unos kilómetros más hasta el siguiente.
 
Tras más kilómetros de salinas y salinas por fin llegamos hasta Olhäo, donde en la misma entrada del pueblo encontramos el Camping y decidimos dejar de dar pedales por ese día. Tras instalarnos y refrescarnos en su piscina nos tomamos un par de refrescantes canecas, que son como hay que pedir allí los cañones de cerveza.


Día 2. Olhão - Armação de Pêra (76 Km)

El calor empezaba a apretar cuando salimos del camping con dirección Olhäo, por pabellones de conserveras llegamos hasta el puerto pesquero donde aun había algo de movimiento del desembarco mañanero. Un poco más adelante nos encontramos con el puerto deportivo, donde paramos a desayunar mientras disfrutábamos de las vistas desde la terraza del bonito centro comercial.

Tras coger fuerzas con un buen desayuno arrancamos de nuevo cruzamos varias salinas hasta llegar a Faro, donde entramos por una de las puertas de su antigua muralla. Recorriendo sus calles adoquinadas visitamos la plaza de la catedral y las calles de sus alrededores donde abundan los locales culturales. Dejando atrás la cultura nos dirigimos hacia el centro, donde por sus calles peatonales y más comerciales rebosaba de gente ya a esas horas de la mañana.

Llegando al puerto de Faro tuvimos la primera incidencia mecánica, que por suerte fue un simple pinchazo, tras repararlo rápidamente continuamos hacia la estación de tren, donde el track nos mandaba cruzar las vías por la estación, pero no lo vimos muy claro, por lo que intentamos buscar otra manera de cruzar y lo único que encontrábamos eran direcciones prohibidas y callejones sin salida. Tras un rato de callejear conseguimos cruzar las vías justo en el punto que empezaba de nuevo el bicicarril.

El bicicarril tenia pinta de estar recién hecho y cruzaba una zona de salinas muy bonita, donde pudimos ver a la gente extrayendo la sal a mano, como se ha venido haciendo desde hace cientos de años. Así llegamos hasta un puente en ruinas, donde la única alternativa era continuar por el camino de servicio del puente del tren,  así que rápidamente cruzamos por él y continuamos hasta Montenegro, donde aprovechamos para avituallarnos en un supermercado.

Llegando al campus universitario nos salimos de la carretera para adentrándonos en un secarral donde el sonido de las cigarras y el polvo nos envolvía bajo un sol de justicia. Tras varios kilómetros cruzamos este bosque hasta llegar a una zona de urbanizaciones y campos de golf de superlujo, donde no parábamos de abrir la boca viendo los chalets, cochazos y resorts de superlujo con los que nos íbamos vamos cruzando.

El contraste que se podía ver de una acera a otra de la carretera era brutal, a un lado todo era todo seco y no se veía nada más que rastrojos y sin embargo al otro todo eran campos de golf, jardines de chalets donde todo era verde y el agua rebosaba en pequeños lagos y por fuentes ornamentales. Eso si para beber seguimos sin encontrar absolutamente nada.
Aprovechando una zona de sombra ajardinada junto a el lago de un campo de golf hicimos un descanso tirados sobre el césped aun húmedo y comer. Allí se estaba de autentico lujo y daban ganas de echarse una pequeña siesta pero había que seguir, así que poco a poco fuimos dejando atrás todo el lujo y las zonas verdes para adentrarnos de nuevo por las marismas  hasta llegar a la playa de Forto Novo, donde no pudimos evitar hacer otra parada en un chiringuito ajardinado donde nos tomamos unos refrescos mientras escuchábamos música en vivo, y donde poco faltó para que nos pusiéramos los bañadores y nos diéramos un baño en la piscina que tenia el local.

Continuando por el paseo de la playa y la típicas calles turísticas cruzamos Quarteira hasta encontrar de nuevo el bicicarril. Por un bonito parque encontramos por fin un par de fuentes, y que serian al final las dos únicas fuentes que íbamos a encontrar en todo el recorrido. El bicicarril nos llevó hasta Rrocha Baixinha, donde empezaba una playa que se perdía en el horizonte y por donde nosotros cogimos el camino paralelo a la linea de playa que termino saliendo a una zona de hoteles y pequeñas urbanizaciones.

De nuevo tuvimos que  hacer un alto, Sonia llevaba un rato quejándose de la rodilla y ya no aguanta más, así que paramos a echar un ojo a la cala de la zapatilla, ya que la altura del sillín aparentemente se veía correcta, Así que con un poco de paciencia y la multiherramienta modificamos la posición de la cala hasta una posición que parecía más correcta y probamos a continuar....y Premio!! Por suerte acertamos a la primera y los dolores desaparecieron rápidamente.

Un poco perdidos por el tráfico de las avenidas llegamos a Albufeira, donde conseguimos bajar hasta la zona antigua y más turística, donde paseamos entre el bullicio de la gente y visitando una pequeña exposición de figuras de arena en había expuesta en la calle. De vuelta al bicicarril continuamos hacia las afueras haciendo una parada en un mirador desde donde se tenia unas bonitas panorámicas de Albufeira a un lado y de la entrada al puerto al otro.

Este pequeño barrio frente a el puerto deportivo tenia unos coloridos apartamentos que me recordaban a la antigua serie de Miami Vice y sus colores pastelones. Dejando atrás el lujo nos volvimos a adentrar por caminos hasta llegar a la playa Dos Salgados, donde el bicicarril cruzaba por un larguísimo puente de madera que separaba a un lado la playa y otra la laguna donde los pelícanos de Miami Vice asustados iniciaban el vuelo a nuestro paso.

Finalmente llegamos hasta Armação de Pêra, donde encontramos el camping en la misma entrada del pueblo y dimos por finalizada la etapa por ese día, Hora de rehidratarse con unas buenas Canecas, ducharse y visitar el pueblo, donde disfrutamos de una cena con la rica comida portuguesa.

Día 3. Armação de Pêra - Lagos (57 Km)

Empezamos una nueva etapa con el sol apretando otra vez con fuerza ya desde primera hora de la mañana. Vamos dejamos atrás ArmaÇao de Pêra, las urbanizaciones y las carreteras con mucho tráfico para ir adentrándonos hacia el interior del Algarve por caminos mucho más tranquilos hasta llegar a Lagoa, donde aprovechamos para desayunar al fresco de un centro comercial.

Continuamos nuestra marcha dejando atrás más campos de golf hasta que llegamos a el pequeño pueblo de Ferragudo, donde hicimos una parada para recorrer su bonito puerto, desde donde se podia ver ya enfrente la ciudad de Portimao.
 
Cruzando el puente sobre el río Arade entramos en Portimao y por un precioso bicicarril que va recorriendo los muelles fuimos viendo las lujosas embarcaciones, a cada cual  más espectacular hasta llegar a el último y más colorido puerto, donde comenzaba la gigantesca plaia de Rocha. Por su estrecho paseo repleto de lujosos bares y restaurentes a pie mismo de playa cruzamos toda la playa.
Dejándola atrás continuamos por un paseo peatonal que nos llevó hasta el mirador dos 3 castelos desde el que se tenia una bonita panorámica a esta enorme playa. Terminando el paseo salimos de la ciudad llegando hasta la playa de Vau.
 
Dejamos atrás Portimao para continuar por carretera hasta llegar a Alvor, donde recorrimos sus estrechas calles y visitamos su pequeño paseo marítimo. Unos kilómetros más adelante llegamos hasta las compuertas de la laguna de Alvor, donde aprovechamos para hacer un descanso mientras observábamos como unos paracaidistas se lanzan al vació desde pequeñas avionetas.

Tras ponernos en marcha de nuevo entramos en el tramo más técnico y bonito  de todo el recorrido cicloturista, un sendero estrecho y retorcido por el que íbamos recorriendo toda la ribera del río Farelo hasta llegar a un puente de tren que cruzaba el río y por donde no queda más remedio que cruzar por las vías rápidamente ya que en este puente no hay ninguna otra posibilidad. Pasado el puente nos volvimos a incorporar a el bonito sendero que volvía por la otra ribera hasta llegar al camino que nos llevaría a la carretera que nos llevaría hasta Odiáxere.

Dejando atrás el pueblo el cuerpo nos iba pidiendo a gritos echar el alto ya. No llevamos muchos kilómetros ni mucho desnivel, pero el sol apretaba mucho e íbamos  muy deshidratados. Así que echamos el resto siguiendo por aquellos caminos secos entre enormes salinas, piscifactorías, campos de golf y enormes playas.
Derrotados por el calor llegamos hasta Lagos donde hicimos una parada más que obligada en la primera terraza vimos con sombra a coger una botella grande de agua fresca, que nos supo mejor que el mejor Champan de Moët & Chandon.
 
Tras un descanso seguimos recorriendo Lagos por el paseo marítimo, repleto de puestitos y gente, hasta llegar el Parque de Campismo Trindade, donde finalizamos por fin la etapa.

Tras montar la tienda y ducharnos, nos fuimos a comer algo y tomarnos una refrescante Caneca. Tras el descanso nos fuimos de paseo siguiendo el sendero que recorre de cala en cala casi todas las playas más famosas y fotografiadas de Lagos. Es uno de los paisajes mas bonitos que he visto ebn mi vida y era este por lo menos para mi el motivo principal de este viaje, el conocer esta autentica maravilla.

De cala en cala y sin parar de abrir la boca, llegamos hasta el faro de Lagos donde una multitud estaba esperando para ver la espectacular puesta de sol. Allí nos quedamos también para verla y fotografiarla. Antes de hacerse de noche completamente seguimos recorriendo el ultimo tramo de calas y acabar perdidos cuando intentábamos volver.

Finalmente encontramos el camino y nos metimos en el bullicio de las calles de Lagos, donde acabamos el día cenando un plato típico de pescado.


Día 4. Lagos - Cabo San Vicente, Sagres (47Km)

Empezamos un nuevo día recogiendo los bártulos con idea salir temprano, pero nos dimos cuenta que la recepción, pese a que el día anterior nos habian dicho que si, no abría hasta las 9:00 por lo que decidimos ir a desayunar a un bar que estaba fuera en la misma entrada del camping.

Tras el desayuno y pagar la estancia nos pusimos en marcha saliendo poco a poco de Lagos por una carretera sin mucho trafico que nos llevó por una zona de urbanizaciones y caminos hasta llegar a el pueblo de Praia da Luz, donde nos detuvimos la plaza desde la que había un bonito mirador al mar.

Continuando por tranquilas urbanizaciones de chalets y algún pequeño tramo de carretera llegamos hasta Burgau. Sin mucho que ver por allí seguimos adelante hasta llegar a un camino que nos descendió hasta un valle verde con un humedal, que nos recordó mucho a nuestra tierra en el norte.

Por allí llegamos hasta un lugar verdaderamente paradisíaco, la Praia de Boca do Rio, una enorme y bonita cala sin apenas gente donde tan sólo había un par de autocaravanas que parecía que habían pasado la noche allí.

Por una pista nos acercamos hasta el borde de los acantilados donde disfrutamos de las espectaculares vistas, para finalmente terminar de subir el puerto y llegar hasta la carretera que nos llevó hasta Salema, donde fuimos parando en cada mirador al mar, hasta llegar a un durísimo rampón que nos hizo, por primera vez en todo el trayecto, poner plato pequeño y que nuestro corazones latieran a un ritmo desenfrenado.

El camino que hasta ahora había sido totalmente llano se estaba empezando a convertir en un rompepiernas en toda regla. Y lo que antes eran urbanizaciones y chalets ahora se había convertido en tranquilos caminos y carreteras. El paisaje se estaba empezando a poner por fin más salvaje. Así seguimos subiendo y bajando hasta llegar a Raposeira, donde hacemos una paradilla en un bar antes de afrontar el ultimo tramo de la etapa.

Dejando atrás el pueblo seguimos por los caminos hasta llegar a Vila do Bispo, donde nos incorporamos a la antigua carretera general, paralela a la nueva, que descendía en una interminable recta hacia Sagres. Por suerte apenas había que pedalear e íbamos viendo como los mojones que indicaban los km restantes iban pasando rápidamente mientras nos íbamos poniendo poco a poco más eufóricos.

Así entramos en Sagres cruzándolo hasta que vimos al fondo una fortificación, la fortaleza de Sagres, donde pensábamos que terminaría el recorrido pero no, el gps indica que había que seguir hacia la derecha y allí a lo lejos por fin vimos el faro del cabo San Vicente.

Aún faltaban 5 kilómetros al fondo nuestra meta, eran sólo dos largas rectas, pero esos últimos kilómetros se hicieron los más largos e interminables, el viento empezó a soplar de frente y avanzar se hizo muy muy duro. No nos rendimos, giramos en el ultimo cruce y ya con el faro delante hicimos un ultimo esfuerzo.  A medida que nos íbamos acercando a falta de unos pocos cientos de metros nos fuimos poniendo eufóricos. Hasta que por fin lo conseguimos y llegamos a la puerta de entrada al faro.


Tras la foto frente al letrero del cabo de San Vicente y el símbolo de la Eurovelo entramos a visitar el fuerte donde esta alojado el faro. Allí pudimos disfrutar de las vistas, y tomar algo en su pequeña terraza rodeados de multitud de turistas. Finalmente nos hicimos la típica foto en la gigantesca silla que ahí allí y por fin podemos decir que .... Reto Conseguido!!!


Tras un rato recorriendo canda rincón del cabo y disfrutando de las espectaculares vistas nos acercamos a coger fuerzas a un puesto de perritos calientes, en el que rezaba un eslogan en alemán con lo que iba a ser una curiosa predicción "Letzte Bratwurst vor Amerika" "Última Bratwurst antes de Amerika" ;-). 

Allí pidiendo uno de sus perritos calientes te regalan un certificado fechado ese día de cómo te has comido una salchicha en el punto más occidental antes de America, pero que para nosotros significó un certificado de haber completado nuestra aventura, al estilo de la Compostela del camino de santiago.

Momento de pensar qué hacer, si empezamos la vuelta o si acampamos allí visitando Sagres hasta que llegase el atardecer y contemplar su famosa puesta de sol. La decisión fue unánime nos volvíamos, ya estábamos cansados de tanto calor y con la puesta de sol del día anterior ya nos valía. Después de un intento fallido de volver en autobús de linea hasta Lagos, donde está la ultima parada del tren que recorre el sur de Portugal, nos pusimos en marcha por carretera y comenzamos a rodar con todo lo que nos quedaba con intención de llegar a el último tren que salía de Lagos dirección Vilareal de San Antonio.

Un par de horas y medía y dos pinchazos después llegamos a Lagos con casi una hora de adelanto sobre la salida del tren, momento que aprovechamos para asearnos un poco y cambiarnos hasta que el tren pintorrojeado llegó y a él nos subimos. En tres horas y poco estábamos de nuevo de vuelta en Vilareal dando finalmente por concluida esta aventura.
 
Y así acaba esta ruta por el Algarve, un  recorrido costero sin apenas desnivel por esta soleada y turística región, de la que yo personalmente me esperaba fuese algo más salvaje y que estubiese tan sobreexplotada, por lo que recomendaría hacer el recorrido fuera de los meses de verano con algo menos de calor y gente. Ahora a soñar con la próxima aventura.